A conexión de San Simón e o Pórtico da Gloria.
Domenico Brucciani es el protagonista de este relato porque en su viaje Santiago de Compostela, hacia donde se dirigía a replicar el Pórtico de la Gloria con la técnica de moldes de yeso, tuvo que hacer una escala previa en San Simón en 1866.
¿Quién era Domenico Brucciani y por qué hasta la fecha no se le ha dado la importancia que se merece a tan ilustre visitante de San Simón?
La historia es larga y aquí nos centraremos en introducir a nuestro invitado. Además, con permiso de la investigadora, la restauradora Rosa Benavides, os dejamos este transcripción en inglés realizada por Andrea Soubrier Benavides del documento original que se encuentra en los archivos del Victoria & Albert Museum de Londres. En esta carta, dirigida a Henry Cole, podemos hacernos una idea del accidentado viaje de Domenico Brucciani por la costa de Galicia, aunque algunas declaraciones –en las que, por ejemplo, no deja en buen lugar al lazareto de San Simón–, hay que cogerlas con cautela teniendo en cuenta el contexto social y aristocrático al que pertenecía.
En el año 2018 la historiadora inglesa Rebecca Wade publicó “Dómenico Brucciani and the Formatori of Nineteenth-Century Britain”, un estudio que recupera de la penumbra a este fascinante personaje. Rebecca Wade muestra por primera vez la contribución de Brucciani al desarrollo del gusto en la Gran Bretaña victoriana gracias a su red de talleres de moldes de yeso y su capacidad de abastecer e incentivar las colecciones publicas y privadas con esculturas de toda clase de modelos. Los moldes de yeso de Brucciani están presentes en colecciones desde América del Norte hasta Asia y Nueva Zelanda, porque en su prolífica producción llegó a hacer duplicados desde máscaras mortuorias de famosos a desarrollar técnicas pioneras en la fabricación de moldes con los que copiar especímenes anatómicos, botánicos y fósiles. Sus obras abastecen a todo tipo de museos, pero también decoran salones de baile, teatros y recintos feriales. Domenico Brucciani y su red de copistas artesanos italianos del siglo XIX simbolizan la importancia de la práctica escultórica en las culturas visuales y materiales de la Gran Bretaña victoriana y, por expansión, al resto del mundo.
¿Qué hacía Doménico Brucciani por San Simón y, sobre todo, por qué este artesano y empresario italiano viajaba por el mundo haciendo copias de esculturas?
Esta historia, como muchas otras, es circular y necesitaría pararse con tranquilidad en demasiadas estaciones. Por el momento, y debido al propósito de este viaje, nos bastará con introducir varias ideas.
La primera de ellas empieza por el llamado “Revival Gótico”, un movimiento artístico historicista que señaló los gustos y aficiones de la sociedad victoriana. Este renacer gótico traspasó los valores y conceptos estéticos y alcanzó un doctrina política en oposición al estilo neoclásico, asociado al liberalismo (por ejemplo en Estados Unidos); mientras que el neogótico, más intimista y tradicional, se relacionó con la monarquía.
La segunda parada tiene que ver con el re-descubrimiento del arte medieval y la exploración del objeto exótico emprendida por historiadores e investigadores que abordaron la compleja misión de descubrir y clasificar el mundo. A lo largo del siglo XIX salen del olvido numerosas obras maestras del arte medieval y el Pórtico de la Gloria sobresale gracias, entre otros, a Richard Ford, autor de numerosas guías de viajes de gran influencia en su país, o el arquitecto Edmund Street y su libro sobre la arquitectura gótica de España.
Es en este escenario en el que el Pórtico de la Gloria es seleccionado por John Charles Robinson entre las obras de arte que se mostrarían en el South Kensington Museum de Londres —hoy Victoria and Albert Museum—.
Y la tercera parada sería la Exposición Universal de París en 1867, el gran escaparate del desarrollo industrial y científico de la época y, también, un lugar de encuentro con el arte y la cultura oficial. Inglaterra no desaprovechó la oportunidad y a través del South Kensington Museum presentó una muestra de sus trabajos. También, propuso la firma de la “Convención para promover universalmente reproducciones de obras de arte que beneficien a los museos de todos los países”. Este documento pone de manifiesto que “El conocimiento de dichos monumentos es necesario en el progreso del arte y sus reproducciones serían de gran ayuda en la instrucción pública”.
En esta sucesión cronológica del “revival cultural” del siglo XIX, dos último apuntes nada desdeñables. Por un lado, en 1873, la puesta de largo de la colección particular del South Kensington Museum con copias monumentales, entre otras esculturas, de la Columna de Trajano, el David de Miguel Ángel y el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela. Y, poco después, en 1884, “La Segunda Inventio” del apóstol Santiago y la celebración del año santo especial de 1885, punto de inflexión en una nueva época de las peregrinaciones a Santiago de Compostela.
La visita de Domenico Brucciani a Santiago de Compostela, con escala en San Simón, no fue un capricho excéntrico, sino una misión que debía concluir con el vacío en yeso del Pórtico de la Gloria y una réplica de la gran obra del Maestro Mateo.